jueves, 8 de noviembre de 2012

Bienvenidos a Macondo

Esta es la primera entrada del blog y es, sin duda, la más difícil. En realidad, no sé qué contaros; así que seré muy breve y os explicaré por qué me he animado a abrir de nuevo este espacio.

Hace dos años probé con mis alumnos incorporar a  nuestras clases tradicionales (pizarra, libro y bolígrafo) un blog. Se llamaba "Allá lejos donde habite el olvido" y pretendía ser un lugar en el que tratar noticias relacionadas con la materia y comentar con más calma aspectos que habíamos dejado a medias en clase. Creo que aquel blog cumplió sus intenciones pero acabaron con él los duros recortes que afectaron a nuestra educación pública de tod@s para tod@s.


Este curso me vuelvo a ver con ánimo para intentarlo de nuevo. Lo único que pretendo es liberar la asignatura de la presión de una nota o de un comportamiento en un aula. Quiero librarme de la tiza y desmostraros que todo lo que tratamos en clase no está tan lejos de vuestra vida ni de la mía.


Con el próposito claro, me enfrento al primer obstáculo: ponerle nombre a este invento...
!Qué difícil es bautizar un blog! Hace dos cursos le robé un verso a Cernuda, hoy le pido prestado a Gabriel García Márquez el nombre de una ciudad mágica, cuyo aire respiraron los personajes de Cien años de soledad.

Y con el principio de esa novela, queda inaugurado este Macondo virtual (ya no hace falta señalarlo con el dedo, existe desde que tiene nombre).



“Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de 20 casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo”.


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